miércoles, 7 de diciembre de 2016

EL SEÑOR DE SIPÁN

Los hallazgos arqueológicos descubiertos en el siglo XX, incluyéndose las ruinas arquitectónicas de Macchu Pichu  y las tumbas reales del Señor de Sipán y El Viejo Señor de Sipán, denotan la inmensa riqueza cultural y social de los pueblos indígenas peruanos.
Uno de ellos, el pueblo Mochica (siglo I hasta el VII), ubicado en el valle del rio Moche y de ello su nombre, destacado por sus sistemas de ingeniería hidráulica y comunidad que, según las investigaciones científicas, fue gobernada por el Señor de Sipán, del cual fue encontrada su tumba gracias a la labor emprendida por el arqueólogo Walter Alva y su equipo en 1987.
De este descubrimiento, se dice, es uno de los más relevantes de Latinoamérica ya que permitió conocer sobre la existencia de culturas prehispánicas diferentes a los Mayas, los Incas y los Aztecas, dando indicios de un importante desarrollo cultural, arquitectónico y político.
Adicionalmente, demuestra la riqueza artesanal que poseían estas poblaciones por cuanto, en las tumbas se han encontrado cantidad de ornamentos de oro, plata, cobre y piedras preciosas como  turqueza, los cuales brindan amplia información sobre el tipo de ideologías y sistemas políticos y jerárquicos que propendían en su comunidad. 
La tumba del señor de Sipán sobrevivió intacta a los saqueos efectuados por personas interesadas en este tipo de piezas a fin de comercializarlas en el mercado negro y de ello, se ha permitido reconstruir lo que es la historia peruana desde sus más antiguos ancestros, a pesar de que estas investigaciones aún continúan y siguen descubriéndose tumbas de gran valor para el área científica.
Esta revelación arqueológica además de darnos a conocer la potencialidad del pueblo Mochi en todos los ámbitos, una vez más rectifica la importancia que representa para las sociedades humanas desde el comienzo de la historia, la muerte y lo que va después de la muerte.
Los restos hostiles del señor de Sipán, al estar acompañados de sus pertenencias, animales sacrificados, su esposa, un niño y un guardián, entre otras cosas, son indicios claros que demuestran la necesidad de brindar al difunto un entierro que le permita tener un viaje salvaguardado por sus allegados más importantes y de confianza, dicho de otra manera, una creencia de un viaje después de la muerte como ideología que representa un aspecto notable, pues es patrón de varias de las poblaciones humanas a lo largo de la historia, verbigracia, las comunidades egipcias, de las cuales, sus magnas construcciones arquitectónicas y restos funerarios, también son una muestra clara de una creencia que ha marcado el pensamiento humano sin importar su época o desarrollo y del cual, aún vemos caracterizaciones relevantes.


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